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martes, 6 de abril de 2010

El rey de Sofala

Estoy escribiendo algo sobre Mitra. No sé, tengo la impresión de que algo se me escapa, hay algo oculto y escurridizo en la historia y no me quedo conforme.
Pero ese no es el tema de hoy. El tema de hoy es otro. Es un poco la constancia de eso que siempre he dicho, que todas las costumbres fueron alguna vez algo nuevo.
Bien ,buscando algo jugoso sobre Mitra me he puesto a consultar uno de mis libros gordos de Petete: La rama dorada, de Sir James G. Frazer; en concreto un capítulo en el que aborda la cuestión de la ingestión del dios, o algo así. En el culto a Mitra se celebraba una especie de comida sagrada en la que se ingería vino con agua y pan con miel (no, tampoco esto es invento cristiano ), así que me puse a leer.
No encontré nada suficientemente sustancioso, no para mi gusto. Levanté la cabeza y el libro se cerró (cosa fácil si lo sueltas en un libro de cerca de mil páginas).
Volví a abrirlo y me tope´con una curiosa historia.
¿Sabíais que ha yun lugar llamado antiguamente Sofala? yo no, hasta esta noche; incluso pensé que se trataba de un error tipográfico, quizá era Somalia... pero no, en la línea siguiente se repetía de nuevo el nombre: SOFALA.
Conocido actualmente como Nova Sofala, es el principal puerto de Monomotapa, Reino, que era capital del Gran Zimbabwe, actualmente Mozambique.
Habla Frazer de cómo los salvajes de la zona ( perdón, son sus palabras, no las mías) elegían a su rey y lo mantenían vivo mientras no tuvieran ningún defecto en su persona; la caída de un diente, una cicatriz u otro accidente suponían para el desdeichado la muerte inmediata.
Todo esto lo narra por boca de un antiguo cronista portugués del que no cita el nombre.
Cito la crónica del portugués:
"Fué antiguamente costumbre ellos algún desastre o defecto físico natural tales como impotencia, ende los reyes de este país suicidarse tomando un veneno cuando caía sobre enfermedad infecciosa, pérdida de un diente frontal, por lo que quedarían desfigurados o sujetos a cualquier otra deformidad o aflicción. Para poner término a tales defectos se mataban a sí mismos, diciendo que el rey debe estar libre de cualquier tacha o, si no, era mejor para su honor morir y buscar otra vida donde estuviera entero, pues allí todas las cosas son perfectas. Pero el Quiteve (rey ) que reinó cuando yo andaba por aquellos lugares no imitó a sus predecesores en esto, siendo discreto y respetable como era, pues habiendo perdido un diente incisivo, ordenó que se proclamara por todo el reino para que todos fueran sabedores de haber perdido un diente y así pudieran reconocer al rey cuando le vieran sin él, y si sus antecesores se mataban ellos mismos por tales cosas fueron muy necios y él no quería hacerlo; al contrario, estaría muy triste cuando, pasado el tiempo, llegara para él la muerte natural, pues su vida era muy necesaria para la conservación del reino para defenderlo de sus enemigos. Y recomendaba a sus sucesores que imitasen su ejemplo."
Buscando en san google, creo que el autor del relato es un judío portugués, Da Covilha de Pêro, en 1489.
Volviendo a nuestro rey, no hay duda de que estamos ante un reformador, un hombre capaz de plantearse una tradición y cambiarla, aunque en verdad el cambio le era favorable, y sin duda la proximidad del peligro agudiza el ingenio.
En otros pueblos, la costumbre era dejar cojo al rey a propósito. Parece ser que cuando nació Hefesto, Hera lo arrojó desde el Olimpo al ver lo enclenque y debilucho que era; no quedó cojo en esta ocasión, sino en una posterior en la que Zeus mismo lo arrojó desde el Olimpo; así la cojera se transformó en signo divino, y en otras ocasiones el ser tuerto. Qué cosas. Parece que los privilegios han tenido siempre su contraparte.


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