Signo de proteccón y amparo, que su sombra nos cobije siempre, que su luz nos guíe y nos acoja

martes, 10 de mayo de 2011

Mujer salvaje


Reconozco y reverencio a la mujer salvaje que llevo dentro, y no solo porque haya leído a Clarissa Pinkolas (que sí lo he hecho, por cierto).

Reconozco y reverencio al espíritu indómito que habita dentro de esta cincuentona, a ese espíritu que me ha manifestado muchas veces su esencia en lo más oscuro de un ritual o en medio de la naturaleza, la madre sabia.

Reconozco y reverencio en la esencia de ese espíritu indómito a todas mis antepasadas, yerberas y sacerdotisas, guardianas del espíritu de la verdad, custodias de los misterios de la tierra, paridoras y creadoras del mundo y de la humanidad, vírgenes guardianas de la llama sagrada, dulces doncellas y sensuales amantes, prostitutas y monjas, abuelas y solteronas...... todas ellas son las guardianas de la vida, las custodias de este pobre planeta hoy tan maltrecho.

Y tú, mujer que me lees, también eres una de ellas, tanto si lo sabes como si no. Busca en tu interior y bájate de esos absurdos tacones; borra de tu rostro por un rato esa tonta marca de carmín y siéntete libre; sal a la calle con tu blusa más vieja y amada y respira la vida que circula a tu alrededor.

Cuando te sientas preparada, busca a tus hermanas y comparte con ellas el misterio, comparte con ellas el Poder, ese inmenso y maravilloso Poder que llevas dentro y que puede darte el dominio del mundo, o algo más difícil todavía: el dominio y el poder sobre ti misma.

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