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martes, 8 de enero de 2013

Moisés el egipcio, primera parte


Todos hemos leído en la Biblia, o conocemos de oídas, la historia de Moisés, el gran líder de los hebreos. La historia cuenta cómo el pueblo, cautivo en Egipto, había crecido sobremanera; el faraón, preocupado, quiso poner freno a esta superpoblación y ordenó matar a todo niño judío que naciera. Sólo a los varones. Eso cuenta la Biblia, poco más que una leyenda desde mi punto de vista.
Nació pues Moisés, y la madre, desesperada, lo introdujo en una cesta de mimbre, sellándola con pez y abandonándola en el Nilo a merced de las aguas; quiso la fortuna que la hija del faraón la encontrase y rescatase al niño, criándolo como propio. Por nombre le puso Moisés, que en hebreo significa “salvado de las aguas”

Como veréis, un bonito cuento, pero poco original.

Los hechos ocurrieron sobre el 1.300 A. E.
Y a continuación, una tablilla del 2.500 A.E.:

“Sargón, el poderoso rey, el rey de Agade, soy yo. Mi madre fue una vestal; a mi padre no lo conocí, pero el hermano de mi madre habitaba en las montañas. En mi ciudad, Azupirani, situada a orillas del Eúfrates, me concibió en su vientre mi madre, la vestal. Me dio a luz en secreto; me colocó en una caja de juncos, cerrando mi puerta con pez negra y descendiéndome al río, que no me ahogó. La corriente me llevó hacia Akki, el aguatero, Akki, el aguatero, con la bondad de su corazón, me levantó de las aguas. Akki, el aguatero, como hijo propio me crió. Akki, el aguatero, me confió el cuidado de su jardín. Trabajando como jardinero, Ishtar se enamoró de mí; llegué a ser rey y durante cuarenta y cinco años ejercí mi reinado”.

Bien, la primera conclusión es que los hebreos no eran nada originales inventando el pasado de sus líderes. ¿O sí?.
Según la obra de Otto Rank publicada en 1909, El mito del nacimiento del héroe, hay un esquema que se repite casi sin cambios a lo largo de la historia en la leyenda de la vida de los héroes o reyes de multitud de pueblos. Especialmente las historias de nacimiento y juventud de estos personajes fueron adornadas con rasgos fantásticos Resumo el esquema:
*Es hijo de ilustrísimos padres, reyes o dioses.
*Su concepción es precedida por dificultades de diversa índole, o nace en secreto. *En muchos casos, hay una profecía, sueño premonitorio o anuncio divino antes del nacimiento. Esto representa una amenaza o peligro para el padre.
*Por varias causas el recién nacido es abandonado u ocultado.
*Es salvado por gente humilde y amamantado por una mujer de baja alcurnia, o por un animal.
*Ya adulto, reencuentra a sus nobles padres y su grandeza es reconocida.

Si comparamos este esquema con la historia de Moises, veremos que ocurre justo al revés, así que debía de haber un buen motivo para ello. Al contrario que otros héroes nacionales, Moisés nace pobre pero se cría en muy alta cuna. Según la Biblia, Moisés nace en el seno de una familia hebrea, que lo deposita en el río; la hija del faraón encuentra la cesta y llama al niño Moisés, que significa “sacado de las aguas”.

¿Qué razón podía tener una egipcia para llamar al niño con un nombre hebreo? Ciertamente, no es el nombre más adecuado para criar a un niño como si fuera un príncipe egipcio.
¿Y si el nombre no fuera realmente hebreo sino egipcio? ¿Será posible encontrar alguna prueba de tal hecho? Según J.H. Breasted en su libro History of Egypt “Es notable que su nombre, Moisés, sea egipcio. No es sino el término egipcio “mose” (que significa niño) y representa una abreviación de nombres más complejos, como por ejemplo “Amen-mose”, es decir “niño de Amon, o “Phat-mose”, “niño de Phat”, nombres que a su vez son abreviaturas de apelativos más largos: “Amon (ha dado un) niño”, o Phat (ha dado un) niño”. El nombre abreviado “Niño” se convirtió pronto en un sustituto cómodo para el complicado nombre completo, de modo que la fórmula nominal Mose se encuentra con cierta frecuencia en los monumentos egipcios”

Y según Freud, refiriéndose a J.H. Breasted: “ Además, me asombra un tanto que Breasted haya omitido en su enumeración precisamente los nombres teofóricos similares que se encuentran en la lista de los reyes egipcios, como por ejemplo, Ah-mose, Tut-mose (Totmés) y Ra-mose (Ramsés)”.

Ahora bien: cabría esperar que el portador de un nombre egipcio fuese a su vez egipcio; aunque quizá pareciera demasiado monstruosa la idea de que tal líder fuese otra cosa que un hebreo.
De momento creo que podemos afirmar que:
*1- Moisés nació en Egipto.
*2- Su nombre es egipcio.
Pero estas dos afirmaciones no lo hacen ser de raza egipcia, aún...

Según Eduard Meyer, la leyenda tuvo originalmente otra versión: El faraón habría sido advertido por un sueño profético de que un hijo de su hija le depararía peligros, a él y a su reino. Por eso hace abandonar al niño en el Nilo, que es salvado por los judíos que lo crían como propio. A causa de “motivos nacionales”, como dice Rank, la leyenda habría sido elaborada hasta adoptar la forma que conocemos.

Yo creo que Moisés se crió como un príncipe egipcio, porque realmente eso es lo que era.

La leyenda debió surgir entre el pueblo judío, es evidente, pues los egipcios no tenían ningún motivo para ensalzar a Moisés. Y todo el pueblo hebreo necesitaba transformar a su libertador en judío.

Pero si Moisés era egipcio ¿cómo pudo convertirse en el líder de una horda de seres culturalmente inferiores? ; lo lógico es que hubieran buscado un caudillo dentro de sus propias filas. Y Moisés no fue un líder político solamente, sino también su legislador y educador, que les impuso además el culto a una nueva religión, llamada aún hoy mosaica en mérito a su creador.

Si alguien pretende dar a un pueblo una nueva religión, lo lógico es que sea la suya; pero vemos que hay un tremendo antagonismo entre la religión atribuida a Moisés y la egipcia: un monoteísmo estricto frente a un politeísmo ilimitado.
Pero no desesperemos, viajemos cien años atrás en el tiempo, aunque según otros autores, serían ochenta, o menos...

Un hecho extraño en la historia de la religión egipcia nos abre una posibilidad de que la religión que Moisés dio a los hebreos fuese realmente una religión egipcia, aunque no la religión egipcia.

En el año 1.375 A.E. subió al trono de Egipto el faraón Amenotep IV; más tarde, cambió su nombre por el de Akenaton. Se propuso imponer a los egipcios una nueva religión, una religión contraria a todas sus tradiciones milenarias: se trataba de un estricto monoteísmo, la primera tentativa documentada de tal cosa en la historia de la humanidad. Su reinado duró apenas 17 años, y después de su muerte en 1.358 A. E., la nueva religión fue proscrita.
Pero... todo lo nuevo debe tener antecedentes y condiciones previas. En la escuela sacerdotal del templo solar de On (Heliópolis) se agitaban desde hacía tiempo ciertas tendencias dirigidas a desarrollar la representación de un dios universal. Durante el reinado del padre de Akenaton, la adoración del dios solar alcanzó un gran apogeo, en oposición a Amon, dios de Tebas.

Egipto se había convertido en esta época en una potencia militar; había conquistado Nubia y Siria, algunas consortes reales eran princesas asiáticas; todo ello contribuía a que, sobre la vieja tierra de Egipto soplaran nuevos aires que traían ideas diferentes. Nuestro faraón tomó los elementos ya existentes y proclamó a Aton como dios único, sin una imagen antropomorfa, sino representado únicamente como metáfora por el disco solar.

Bueno, es hora de lanzarse a la piscina: si Moisés transmitió al pueblo hebreo una religión egipcia que debía ser la suya, ésta era sin duda la de nuestro faraón hereje: un rígido monoteísmo que no admite a ningún otro dios, no habla en absoluto de la vida después de la muerte y no representa de forma antropomorfa a su dios.

Pero busquemos algo más. La profesión de fe judía dice así: Shema Jiroel Adonai Elohenu Adonai Ejod (Oye Israel, nuestro dios Adonai es un dios único).
Si la similitud de la palabra hebrea Adonai y el nombre del dios sirio Adonis no es pura casualidad, sino producto de un vínculo arcaico, si los emparentamos con el nombre Aton o Atum, tenemos un interesante rompecabezas.

Copio literalmente de una conferencia de Sir Laurence Gardner, traducida por Carlos Estrada y Ana Indriago:

En tiempos antiguos, la palabra hebrea prevaleciente para Señor era Adón, mientras que el aparente nombre personal de Jehová no se utilizó en absoluto. Venía de la raíz hebrea original YHWH (Yahweh), que significaba 'soy el que soy' - una declaración que se le atribuye haber dicho Dios a Moisés en el monte Sinaí, centenares de años después de la época de Abraham. Sin embargo, la Biblia también aclara que el Dios de Abraham, fue llamado realmente El Shaddai, que significa Montaña Alta.
Jehová, por lo tanto, no era en absoluto un nombre. Los primeros textos se refieren simplemente a El Shaddai y a su contraparte Adón. Los cananeos llamaron a estos Dioses El Elyon y Baal, significando exactamente lo mismo: Montaña Alta y Señor. En las Biblia modernas, las definiciones Dios y el Señor son utilizadas y entremezcladas como si se refirieran al mismo personaje de Jehová, pero originalmente no era así. Uno era un dios vengativo (un aniquilador de personas), y el otro era un Dios social (un benefactor de personas) Adicionalmente, en contraste con las enseñanzas de la Biblia, varias tradiciones relatan que estos Dioses, ambos tenían padres, esposas, hijos e hijas.

Y nos encontramos con una nueva pieza en el tema de la circuncisión. La narración bíblica se contradice en este punto, por un lado remonta esta práctica a la época de los patriarcas, y por otra nos cuenta cómo Dios descarga su ira contra Moisés por descuidar tal práctica.
Heródoto nos informa de que la costumbre de la circuncisión existía en Egipto desde la más remota antigüedad, y así lo prueba el examen de numerosas momias.
Si Moisés era egipcio, bien pudo instituir la práctica entre su nuevo pueblo.

Si Moisés era un egipcio de alta cuna, si su familia profesaba el nuevo culto a Aton, bien pudo sentir como naufragaban todas sus ansias de poder con la caída de Akenaton, y hallar en un pueblo descontento la solución a sus ansias de gobernar un imperio.
El Éxodo de Egipto debió producirse entre el 1.358 y 1.350 A.E., es decir, después de la muerte de Akenaton. Según otros autores, la fecha del Éxodo es el 1.300.
Lo único que podemos afirmar con certeza es que en 1.215 el pueblo hebreo ya estaba instalado en su nuevo territorio, pues se ha hallado una estela egipcia que celebra una victoria contra Israel (estela Menerphat). Y no olvidemos que estuvieron 40 años vagando por el desierto tras salir de Egipto, y antes de llegar a la tierra prometida, donde tuvieron que guerrear para expulsar a los pueblos que allí habitaban.

Siempre me sorprendió al leer la Biblia, la gran longevidad de Moisés; hay serios indicios de que pudo haber no un Moisés, sino dos, pero esa es otra historia...

Volviendo a nuestro personaje, confieso que siempre he tenido una corazonada: ¿ y si nuestro faraón no murió? Si fue depuesto por una revuelta y tuvo que huir con sus seguidores ¿no pudo cambiarse de nuevo el nombre? ¿no pudo encontrar en un pueblo hambriento de libertad la materia prima que necesitaba para rehacer sus planes?

Moisés-Akenaton, sin duda un gran líder religioso... con un triste final. Su religión era demasiado mística para un pueblo de pastores que nunca le entendió y que sólo le siguió políticamente. Han de aparecer otros personajes y tribus ( Jetro entre ellos y el segundo Moisés) para que Yavhe entre en escena y se olvide para siempre el culto a Aton. Pero esa es otra historia.

Imagino que os habrá sorprendido el anuncio de dos personajes con el nombre de Moisés;
Veréis, hay demasiadas dualidades en la historia judía: dos pueblos que se funden para formar una nación ( el pueblo del Éxodo y los habitantes de Palestina, Sinaí y ciertas regiones de Arabia: los Habbiru, palabra de la que procede el término hebreo), dos reinos en los que se desmembra esta nación, dos nombres divinos en las fuentes de la Biblia, y dos fundadores de religiones denominados con el mismo nombre para tratar de fundir lo infundible.

El dios de los judíos les dijo, a través de Moisés, que eran el pueblo elegido; pero no dijo para qué. De momento, y tras la partida de Egipto, la Biblia nos los muestra vagando por el desierto durante 40 años y acampados junto al monte Sinaí, donde su dios entrega a Moisés las tablas de la ley, y le ordena construir el arca según indicaciones muy precisas.

En breve viajaremos al Sinaí entre truenos y humo, veremos cómo narra la Biblia ese episodio, es un sorprendente relato que espero que os maraville tanto como a mí.






Y veremos también cómo hay dos montañas...